domingo, 16 de noviembre de 2014

Trece Meses

El vaivén de personas y maletas llena los pasillos de la estación de tren. Yo tomo tranquilamente un café en un rincón del bar, mirando hacia el infinito mar de viajeros que se diluía delante mío.

Tantas eran las historias que se respiraban en el ambiente, que no pude evitar sentirme conmovido.

Una fría aguja se clava dentro de mi al pensar de nuevo en mi propio viaje.  Tanta es la emocion, que sin darme cuenta casi pierdo la noción del tiempo.

Una escueta y enlatada voz anuncia mi partida. Rápidamente me armo con mi maleta y bandolera, rumbo al destino que me aguarda, como a muchos, tras el metálico rugido que profetiza la llegada del tren.

Despedidas difusas y saludos ilustres se apresuran a reclamar sus últimos sergundos de existencia. Mientras tanto yo aprovecho para encender y fumar el último cigarro que se quemaría en tierras catalanas. Era el último antes de desaparecer, quizá para siempre, de este pequeño país al que llamé hogar.

Tantas son las historias que empiezan y acaban con un viaje en tren, con una estacion concurrida, que la metafora del viajante es ya una verdad universal. La intento negar, apurando el cigarro, mientras mi mente se centra de nuevo en el cometido de mi partida.

En un futuro seguramente lo negaré, sería el humo del tabaco o quizá el polvo que llenaba el aire, pero ciertamente al entrar a mi vagón, mis ojos se encuentran llorando en silencio.

Encuentro mi asiento entre el pequeño caos controlado de gente arriba y abajo que hace lo mismo, en un instante que me parece casi cinematográfico.

Con tristeza indeseada, me veo embutido en mi asiento y mirando, a modo de despedida, como poco a poco por el ventanal de mi izquierda queda atras el paisaje de cataluña.

No fué ni un viaje largo, ni corto. No he querido ni medir el tiempo ni calcular la melancolía que embargaba cada célula de mi cuerpo a medida que mis ojos observaban pasar los paisajes de aragon y navarra. Mi mente juega a hacerme sufrir

Recuerdo sus últimas palabras, sus últimos besos.